La historia de un
caballo que era bien bonito
Aquiles Nazoa
Foto: http://www.radiomundial.com.ve
Yo conocí un caballo que se alimentaba de jardines. Todos estábamos muy contentos con esa costumbre del caballo; y el caballo
también porque como se alimentaba de jardines, cuando uno le miraba los ojos
las cosas se veían de todos los colores en los ojos del caballo.
Al caballo también le gustaba mirarlo a uno con sus ojos de colores, y lo
mejor del asunto es que con los ojos de ese caballo que comía jardines se
veían todas las cosas que el caballo veía, pero claro que más bonitas, porque
se veían como si tuvieran siete años. Yo a veces esperaba que el caballo
estuviera viendo para donde estaba mi escuela. Él entendía la cosa y miraba
para allá, y entonces mi hermana Elba y yo nos íbamos para la escuela a
través de los ojos del caballo.
_¡Qué caballo tan agradable!
A nosotros cuando más nos gustaba verlo era aquellos domingos por la
mañana que estaban tocando la retreta y ese caballo de colores llegaba por
ahí vistiéndose de alfombra por todas partes que pasaba.
Yo creo que ese caballo era muy cariñoso. Ese caballo tenía cara de que
le hubiera gustado darle un paseíto a uno, pero quién se iba a montar en
aquel pueblo en un caballo como ese, pues a la gente de ahí le daba pena; ahí
nadie tenía ropa aparente.
Cómo sería de bonito ese caballo que con ese caballo se alzó Miranda
contra el gobierno porque se inspiró en el tricolor de sus labios y en el
rubio de sus ojos.
Ese caballo si se veía bonito cuando estaban tocando ahí esa retreta y el señor presidente de la Sociedad de Jardineros lo traía para que se desayunara
en la plaza pública.
Qué caballo tan considerado. Ese caballo podía estar muy hambriento, pero
cuando los jardineros lo traían para que se comiera la plaza, él sabía que en
el pueblo había mucha gente necesitada de todo lo que allí le servían, y no
se comía sino a los músicos.
Y los músicos encantados. Como el caballo estaba lleno de flores por
dentro, ellos ahí se sentían inspirados y se la pasaban tocando música dentro
del caballo.
Bueno, y como el caballo se alimentaba de jardines y tenía todos los
colores de las flores que se comía, la gente que pasaba por ahí y lo veía
esperando que los jardineros le echaran su comida, decían: míreme ese caballo
tan bonito que está ahí espantándose las mariposas con el rabo.
Cómo sería de bonito ese caballo que con ese caballo se alzó Miranda
contra el gobierno porque se inspiró en el tricolor de sus labios y en el
rubio de sus ojos.
Y el caballo sabía que decían todo eso, y se quedaba ahí quietecito sin
moverse para que también dijeran que aquel caballo era demasiado bonito para
vivir en un pueblo tan feo, y unos doctores que pasaron lo que dijeron es que
lo que parecía ese caballo es que estaba pintado en el pueblo.
¡Así era de bonito ese caballo!
Todo el mundo era muy cariñoso con ese caballo tan bonito, y más las
señoras y señoritas del pueblo, que estaban muy contentas con aquel caballo
que se alimentaba de jardines. ¿No ve que como consecuencia de aquella
alimentación lo que el caballo echaba por el culito eran rosas?
Así, cuando las damas querían adornar su casa o poner un matrimonio, no
tenían más que salir al medio de la calle y recoger algunas de las magníficas
rosas con que el caballo le devolvía sus jardines al pueblo.
Una vez en ese pueblo se declaró la guerra mundial, y viendo un general
el hermoso caballo que comía jardines, se montó en él y se lo llevó para esa
guerra mundial que había ahí, diciéndole: mira, caballo, déjate de jardines y
de maricadas de esas y ponte al servicio de tal y cual cosa, que yo voy a
defender los principios y tal, y las instituciones y tal, y el legado de yo
no sé quién, y bueno, caballo, todas esas lavativas que tú sabes que uno
defiende.
Apenas llegaron ahí a la guerra mundial, otro general que defendía el
patrimonio y otras cosas así, le tiró un tiro al general que estaba de este
lado de la alcabala, y al que mató fue al caballo que se alimentaba de jardines,
que cayó a tierra echando una gran cantidad de pájaros por la herida porque
el general lo había herido en el corazón.
La guerra por fin tuvo que terminarse porque si no no hubiera quedado a
quién venderle el campo de batalla.
Después que terminó la guerra, en ese punto que cayó muerto el caballo
que comía jardines, la tierra se cubrió de flores.
Una vez venía de regreso para su pueblo uno que no tenía nombre y estaba
muy solo y había ido a recorrer mundo buscando novia porque se sentía
bastante triste, ¿no ve que le mataron hasta el perro con eso de la defensa
de los principios y tal?, y no había encontrado novia alguna porque era muy
pobre y no tenía ninguna gracia.
Al ver ese reguero de flores que había ahí donde había muerto el caballo
que comía jardines, el hombre cogió una de su gusto y se la puso en el pecho.
Cuando llegó al pueblo encontró a su paso una muchacha que al verlo con su
flor en el pecho, dijo para ella misma: que joven tan delicado que se pone en
el pecho esa flor tan bonita. Hay cosas bonitas que son tristes también, como
esa flor que se puso en el pecho ese joven que viene ahí. Ese debe ser una
persona muy decente y a lo mejor es un poeta.
Lo que ella estaba diciendo dentro de ella sobre ese asunto, el hombre no
lo escuchó con el oído, sino que como lo oyó fue con esa flor que tenía en el
pecho.
Eso no es gracia; cualquiera pude oír cosas por medio de una flor que se ha
puesto en el pecho. La cuestión es que uno sea un hombre bueno y que
reconozca que no hay mayores diferencias entre una flor colocada en el pecho
de un hombre y la herida de que se muere inocentemente en el campo un pobre
caballo.
Qué iba a hacer, le regaló a aquella bonita muchacha la única cosa que
había tenido en su vida, le regaló a la muchacha aquella flor que le servía a
uno para oír cosas: ¿quién con un regalo tan bueno no enamora inmediatamente
a una muchacha?
El día que se casaron, como el papá de ella era un señor muy rico porque
tenía una venta de raspado, le regaló como veinticinco tablas viejas, dos
ruedas de carreta y una moneda de oro.
Con las veinticinco tablas el hombre de la flor se fabricó una carreta y
a la carreta le pintó un caballo, y con la moneda de oro compro una cesta de
flores y se las dio de comer al caballo que pintó en la carreta, y ese fue el
origen de un cuento que creo haber contado yo alguna vez y que empezaba:
"Yo conocí un caballo que se alimentaba de jardines".
Nazoa, Aquiles (1972). Las cosas
más sencillas. Caracas: OCI - Tvn 5.
Aquiles Nazoa. Caracas, 1920 - Maracay, 1976.
Poeta, ensayista, humorista, dramaturgo. Erudito autodidacta. Director de
Literatura del CONAC. Premio Nacional de Periodismo “Juan Vicente González”
(1948). Premio Municipal de Prosa (1966).
Información tomada de: Rivas, Ángel y García,
Gladys (2006).Quiénes escriben en
Venezuela. Diccionario de escritores venezolanos (siglos XVIII A XXI). Caracas:
CONAC.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario