Cuando a
Gabriela le comieron la lengua los ratones
Velia Bosch
Cuando Gabriela
despertó se sintió toda mojada al mismo tiempo que sonaba la manilla de la
puerta para dejar pasar a una desgreñada y joven señora muy nerviosa que
gritaba: ¡Van a dar las seis y tú todavía en la cama! Era su mamá quien
rápidamente abrió la ventana, apagó el aire acondicionado, el cocuyo eléctrico
–una lagartija amarilla- guardiana de los temores nocturnos de su pequeña hija
y se volvió al gavetero para sacar la ropa del día.
_¡Vamos! A
levantarse y cepillarse. Ya está el desayuno en la mesa y la merienda que debes
guardar en tu lonchera. ¿Qué pasa, dame los buenos días siquiera, es que no
tienes lengua?
Gabriela está
muda. Sabe que debe explicar algo, pero prefiere callar, Su mamá se acerca
amorosa y le acaricia los cabellos. Se pasa los dedos a manera de peine por los
suyos muy lacios y estos se acomodan muy bien.
Es joven y
bonita y Gabriela la observa con orgullo y pena al mismo tiempo sin encontrar
las palabras que piensa se han salido volando al abrir su mamá puerta y
ventana.
_¡Ven aquí,
Gabriela!
Pero la niña,
tan rápida como hoja empujada por un chubasco, entró al baño, se quitó su
piyamita de flores, hizo una pelota deforme con ella y la escondió al fondo de
la cesta. Enseguida se trepó al viejo cajón vacío que el abuelo le había
pintado de rojo y blanco para que ella pudiera alcanzar al lavamanos, cuando en
eso…
Muy bien, eso
es, qué agradable es tener una niña tan colaboradora, y allí mismo le plantó un
vibrante beso entre la nariz y la pollina despeinada.
Todo sucedió en
un tris. Gabriela estuvo lista para partir con su uniforme de gimnasia y dos
crespitos a cada lado de su cara cuando entra el papá en escena. _Qué tal, mi
reina? (Así la llamaba todas las mañanas). Pero Gabriela seguía sin pronunciar
ni una palabra. Tenía un nudo extraño en la garganta. Su papá la alza bien
arriba, casi tocando la lámpara. Bajarla y besarla fue como pestañear.
_¿Qué tal durmió
mi niña?
Hay silencio y
el padre alarmadísimo exclama: ¿Por qué no habla hoy esta niña, es que anoche
le comieron la lengua los ratones?
Entonces
Gabriela mira a su mamá y ésta al papá que se devuelven sus gestos con ternura
y cambian rápidamente la conversación.
_De prisa, dicen
ambos, se hace tarde.
La casa queda en
silencio, la joven señora comienza a saborear una taza de café porque ella
también debe salir a su trabajo en un banco y tiene poco tiempo, aunque su
horario le permite todavía una media hora. En
ese mismo momento ve que tres ratones salen corriendo de la habitación
de Gabriela. Deja la taza y con la escoba emprende una intensa batalla contra
los roedores que bajan todos maltrechos el primer escalón… escobazos van y
escobazos vienen. Por los catorce pisos del edificio apenas si se observan unas
sombritas grises que desparecen en segundos.
Suena la
campanilla del teléfono y la mamá de Gabriela, sin abandonar su cafecito
mañanero responde:
_¿La señora
Esther? … ¿Qué no quiere hablar? ¡Póngamela al teléfono por favor y gracias por
llamarme. Gabriela, soy, soy yo, tu mami. ¿Sabes la noticia? Los ratones que
anoche supuestamente te “comieron la lengua” y posiblemente mojaron tu cama
recibieron unos fuertes escobazos míos y …
Pero la niña no
dejó continuar el discurso de su mamá:
_¡Oh, sí, ya sé,
mientras la seño te llamaba, los
ratones dejaron mi lengua en la lonchera. Te aseguro que eso no volverá a
pasar. Créeme… fue que dejé olvidado en mi delantal de artes plásticas la llave
que cierra el portón de la cueva de los ratones. ¡Ah! Y llama a papá a la
oficina y dile que le devolveré la llave para cuando se me caiga otro diente y
que de “lo otro” ni se preocupe, te aseguro mamá que no volverás a encontrar mi
cama, nunca más, mojada.
Texto tomado de: Velia Bosch (1994), Pirilumpo. Caracas: Alfadil Editores.
Velia Bosch
(Caracas, 1936). Poeta, ensayista y narradora. Licenciada en Letras (UCV,
1959); Doctorado (UCV, 1966). Profesora de Castellano y Literatura en Educación
Media. Escritora e investigadora de la literatura infantil y juvenil. Autora
de: Arrunango (1968), Jaula de Bambú (1994), Pirilumpo
(1994), Mariposas y Arrendajos
(1997), entre otros. Asimismo, ha publicado textos críticos sobre literatura
venezolana.
Información sobre la autora: Rivas, Rafael y García, Gladys (2006). Quiénes escriben en Venezuela. Diccionario de escritores venezolanos (siglos XVIII a XXI). Tomo1. Caracas.
2 comentarios:
Estoy muy emocionada de encontrar este cuento en su blog. Velia Bosch es mi abuela y ella escribió este cuento a mi hermana, Gabriela!
Estaba probando suerte a ver si conseguía alguno de sus cuentos online ya que estoy esperando a mi primer hijo y me gusta leerle y como estoy lejos de mi hogar natal no tengo la colección de los libros de mi abuela a mano, asi que se podrá imaginar lo que me conmovió encontrar esto. Muchas gracias!
Estimada Mirialba. Déjeme confesarle que igualmente me emociona esta coincidencia. Velia Bosch es para mí una de mis autoras más queridas. Sus obras forman parte del corpus de referencia obligada sobre literatura infantil y juvenil venezolana. Imaginación, excelente escritura, sensibilidad y expresión de un concepto de niñez que nos deben servir de modelo. Como un regalo para usted, y en nombre de la admiración que tengo por su abuela, publicaré otros textos de Velia. Saludos y gracias infinitas por su comentario.
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